V. era una chica que participaba de las guías de la parroquia del Valle en la ciudad de La Plata y yo era un miembro del grupo universitario de esa parroquia, que, en los tiempos aciagos del gobierno de la Alianza, Carlos Cajade daba misa los domingos a las 20 horas y todos los jóvenes universitarios participábamos para escuchar sus homilías en contra de Cavallo. 

En esa primera peregrinación a Luján que participé en el 2000 acompañando a un grupo de apoyo a los peregrinos. En cada parada pasaban muchísimas personas, pero algunos de ellos llevaban remeras estampadas con la imagen de un cura rubio.

Así fue que me enteré de quien fue Carlos Mugica, ayer 11 de mayo se cumplieron 50 años de su martirio en 1974.  La palabra martirio significa: muerte padecida por causa de una religión. Mugica murió asesinado hace 50 años. La causa fue ser un cura de la villa.

El otro día que volvía a Jujuy me fui a dar una vuelta por el centro de Buenos Aires y en la Catedral había una carpa misionera con elementos que pertenecieron a Mugica, una exposición de la Virgen de Luján y fotografías.

Siempre me impresionó la capacidad de que un joven de clase alta que decidió ser sacerdote tuviera muy en claro que su convicción era trabajar al lado de los más humildes. Poner el cuerpo se le dice. Predicar con el ejemplo.

Hay una foto donde al fondo se ve la Basílica de Luján y ahí en el centro está Carlos Mugica, de negro y con su peinado con raya al costado, abrazado a un hombre robusto. Atrás hay otro con una gorra y tres personas más, que ninguna son claramente rubias y blancas sino marrones y morochas. Seguramente fuesen obreros de la villa de Retiro que se empezaba a conformar en esos años, seguramente han ido a Luján con el cura. Seguramente vivirían una fe popular como la que predicaba Mugica. Hoy ese barrio lleva su nombre.

Dijo Carlos Mugica una vez: “Yo fui antiperonista hasta los 26 años y mi proceso de acercamiento al peronismo coincidió con mi cristianización, en la medida en que entendí que la Iglesia le pertenece a los pobres”.

En esos años cuando conocí a quien era Mugica participaba en una capilla de un barrio en Ensenada los sábados a la tarde.

V. alguna vez me acompañó y también hacia su tarea social con su grupo. Quizá en el recuerdo de aquel beso de la noche de la peregrinación más popular de Buenos Aires.

Quizá en el recuerdo del día que vi por primera vez el rostro de Mugica. Que como dicen las paredes de la ciudad: “Vive en el pueblo”.