El protagonista es un cirujano llamado Lemuel Gulliver, que en su primer viaje naufraga y luego de nadar llega a una playa y cae dormido.

Al despertar se encuentra atado y maniatado por personas que su tamaño es 12 veces menor que él. Ellos son los Liliputienses.
 
Los liliputienses están en guerra con los habitantes de Blefuscu. En la obra de Swift se narran las peripecias de Gulliver con los habitantes de estos dos Estados.

En la edición de clásicos de Penguins, en su introducción escrita por Robert DeMaria Jr. el autor señala que la enormidad de Gulliver “resulta obscena y es evidente que nos quiere recordar la ordinariez del cuerpo humano, (…) y recordarnos la importancia del espíritu”.

Una de las escenas mas repulsivas es cuando Gulliver decide apagar un incendio en el palacio liliputiense con un chorro de orina desde las alturas de su superioridad corporal. El autor busca con su metáfora “la enormidad de Gulliver” y evidenciar la inferioridad moral o la mezquindad.

Hace unos días el presidente Milei declaró: “Lo que pasa es que mucha de la gente que hace estas críticas son literalmente liliputienses, en términos de estatura política. Entonces, ellos no están acostumbrados a ver una persona que es uno de los cinco líderes más importantes del mundo, porque eso digamos, o sea, lo ha hecho la encuesta de Time, está en todas las encuestas, soy el segundo líder mundial. Yo quiero posicionar a la Argentina en el mundo y estos liliputienses, en términos de coeficiente intelectual, no lo entienden”.

Bien ya sabemos, Milei cree que es Gulliver y quién no piense como él es un ciudadano de Liliput.

Como dice Joaquín Sabina:

“Un día
Los enanos se rebelarán
contra Gulliver.
Todos los hombres de corazón diminuto
armados con palos y con hoces
asaltarán al único gigante.
Con sus pequeños rencores, con su bilis,
con su rabia de enanos afeitados y miopes.
Pobre de tí, Gulliver, pobre de tí.”