Me refiero a Nicolás Maquiavelo, un diplomático, filosofo, historiador y escritor italiano. Quien se dedica al ejercicio de la política debería por lo menos leer un verano en su vida El Príncipe (1513), Discursos sobre la primera época de Tito Livio (1512-1517), Del arte de la guerra (1519-1520). Allí nuestro filosofo reflexiona sobre el ejercicio del poder y sobre las características que debe tener un gobernante.
Maquiavelo acompañó a Cesar Borgia y fue cercano a los Médicis, gobernantes de Florencia.
En sus textos se destacan dos conceptos el de Fortuna y Virtud. La idea acerca del poder de la fortuna sobre los asuntos mundanos era compartida con los hombres del Renacimiento, una de las creencias más difundidas de la época que sustituye a la Providencia Divina medieval e implica la suerte, el azar, lo inesperado, los factores externos, la coyuntura, las circunstancias, lo imprevisible, la constelación de fuerzas sociales, en suma, los hechos objetivos ajenos a la voluntad humana.
Pero la fortuna es sinónimo de suerte o destino.
Ahora, me interesa pensar con Maquiavelo el concepto de Virtud.
La virtud para nuestro filosofo es una característica central para un gobernante, dado que señala la capacidad para llevar adelante sus objetivos.
“Así pues, es necesario, queriendo discurrir acertadamente al respecto, examinar si aquellos innovadores se valen por si mismos o si dependen de otros, vale decir, si para llevar adelante su obra se ven necesitados de la oración o si pueden imponerse por la fuerza. En el primer caso, el fracaso es seguro, y nada sacan adelante; mas cuando dependen de sí mismos y pueden imponer su fuerza, solo raramente corren peligro.” (Maquiavelo, El Príncipe, VI)
En el Renacimiento “virtud” implicaba hacer bien lo que se hace, un “virtuoso” es quien posee excelencia en su habilidad o arte. Ahora bien, a cuenta de que vienen estas frases y reflexiones sobre Maquiavelo y el concepto de Virtud.
En estos días asistimos a debates en el parlamento argentino, con mayor precisión en la Cámara de Diputados, donde los representantes del pueblo legislan. Durante semanas en enero se discutió la Ley Ómnibus o de Bases, según el gobierno. Hubo idas y vueltas negociaciones, correcciones, discusiones. Y finalmente dictamen de mayoría para llegar al pleno para discutirlo en el recinto, se discutió durante tres días, y se obtuvo la sanción en general de la ley.
Y luego hubo un debate especifico, el debate particular, artículo por artículo y el gobierno por falta de virtud y apelando a la fortuna fracasó y tuvo una derrota parlamentaria.
Lo que vino después es lo que el actual presidente nos tuvo acostumbrados mientras era panelista televisivo: acusaciones, insultos, amenazas, violencia verbal en las redes, propiciadas por él y sus seguidores.
Bienvenidos a la “real politik” estimados libertarios, la república liberal se compone de tres poderes donde uno hace contrapeso y contralor del otro.
La virtud es lo que no tiene nuestro presidente, solamente tuvo fortuna un día de noviembre del año pasado. Busquemos en la virtud de nosotros poder mejorar esta realidad y dejemos a esos bufones de los poderosos que sigan haciendo sus payasadas en las redes sociales de dónde no deberían haber salido.