Pero no, es una foto tomada el 30 de octubre de 1983. El día que Raúl Ricardo Alfonsín ganó las elecciones, seguramente ese día mis padres festejaron el triunfo de Alfonsín que había visitado Vedia en su campaña, pero también el retorno democrático.

Hoy o mañana, no sé cuándo saldrá esta nota, volveremos a las urnas 40 años después, una vez mas para elegir y decidir -entre todos- quienes gobernarán nuestro país durante los próximos cuatro años.

Pero corremos el riesgo de transformar a nuestra democracia, la de Alfonsín (con la multipartidaria, los organismos de derechos humanos y el pueblo organizado trajeron de nuevo), en una democracia i-liberal.

¿Qué es una democracia i-liberal? La democracia i-liberal es una forma de gobierno a caballo entre la democracia liberal tradicional y un régimen autoritario: se respetan ciertos aspectos de la práctica democrática, pero se ignoran otros, y se vulneran los derechos civiles. Dos ejemplos de regímenes iliberales son la Hungría de Viktor Orbán y la Turquía de Tayyip Erdoğan.

No puedo decirte por quién y qué votar, alguna vez en pecado de juventud le dije a unos amigos que voten a la Alianza, porque Chacho Álvarez iba a garantizar progresismo en ese gobierno y todo sabemos cómo terminó.

Pero si puedo decirte que hace 40 años, Raúl Alfonsín le decía a la sociedad argentina:

queremos construir la convivencia en la paz, queremos hacerlo entre todos, y todos juntos, que es posible lograrlo, que además tenemos la obligación de lograrlo. Es por eso que en toda la República he convocado a todos mis compatriotas sin distinción de partidos políticos. Y les he señalado que los radicales ya estamos en esa marcha con nuestros grandes muertos al frente: Yrigoyen, Alem, Pueyrredón, Sabatini, Lebensohn, Balbín, Illia. Y los que estén a la derecha pueden inspirarse en Sáenz Peña o Pellegrini, los demócratas progresistas en Lisandro de la Torre o Luisiano Molina, los socialistas en Juan B. Justo o Alfredo Palacios, los peronistas en Perón o en Evita, pero junto a los argentinos para hacer valer nuestros derechos en el mundo”.

Una auténtica convocatoria a la Unidad Nacional, para continuar desandando ideas de un profundo programa de gobierno de carácter nacional y popular.

“En esta marcha entonces, para afianzar las libertades de todos, no habrá radicales ni antiradicales, ni peronistas ni antiperonistas. Para preservar a la sociedad argentina de cualquier loca aventura golpista, no habrá radicales ni antiradicales, ni peronistas ni antiperonistas, estaremos todos luchando por el futuro argentino. Para defendernos del imperialismo que hoy puso su garra en Granada, no habrá tampoco distinciones políticas.”

Nunca podría definirme como radical, porque en mi familia si bien participaba del Comité de mi pueblo, hoy muchos de ellos acompañan al gobierno local que es de signo peronista. No me puedo definir como peronista, porque ahí hay una cuestión que es “que se nace”, y no les creo a aquellos que se dicen peronistas y vienen de familias oligárquicas, por ejemplo en Jujuy hay muchas muestras, y algunos poseen medios de comunicación. Y quizá alguna vez participé de experiencias de izquierda popular. Pero hoy solo me puedo definir como un Demócrata, que no es poca cosa.

Por qué me emociono cuando escucho a Alfonsín rezar:

Si alguien distraído al costado del camino nos pregunta hacia donde marchan, todos juntos tenemos que contestarle que marchamos para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para la posteridad, y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”.

Mañana o pasado cuando entrés al cuarto oscuro, pensá que esta democracia nos costó mucho, y que seguramente todavía entre todos y todas la podemos mejorar.

Por Diego Citterio
Historiador, docente universitario, investigador del CONICET Jujuy