Si pienso en los venezolanos y la palabra “vaina”, que sirve para señalar una cuestión, hablar de un trabajo o indicar un malestar.

Hay muchísimos términos que son ambiguos. Que su literalidad es confusa. Pero, me quiero detener a pensar en el pronombre nosotros.

Una vez en una reunión de profesores en un aula universitaria, mi amigo M. hablaba y en su discurso constantemente señalaba “porque nosotros tal cosa, nosotros pensamos esto, nosotros creemos esto”. Y así fue toda su alocución. Luego de algunas intervenciones, tomó la palabra otro de los asistentes a la reunión y dijo mas o menos lo siguiente “porque ese nosotros inclusivo de M. que no nos incluye a nosotros sino a ustedes…”, y todos los que éramos parte del nosotros largamos la carcajada.

En otra ocasión un político estridente de nuestros tiempos llevó adelante un discurso que decía “lo relevante de Massa es que los dejó a ellos sin propuesta, porque ellos ya no pueden decir nosotros y ellos. Ellos se quedaron sin nosotros porque ahora ellos son los que dicen que son nosotros. Nosotros y ellos, no nosotros, ¡¡¡¡entre el ellos y el nosotros ahora resultan que son ellos y nosotros somos nosotros!!!!” 

¿Te mareaste? Sí, es confuso, pero la dialéctica de este dirigente político intentaba expresar en su discurso dónde estaba la línea divisoria, dónde estaba la frontera entre lo uno y lo otro.

Muchas veces escuchamos que se habla de nosotros, pero no sabemos si están hablando de ellos, de ustedes o de nosotros y si uno como individuo está incluido en ese decir.

El nosotros, genera identidad y cohesión cuando sos parte de ese pronombre, pero sino sos parte sos más integrante del otro que del nos.

Muchas veces el nosotros habla mas por el individuo que lo pronuncia que por el que se quiere incluir. Muchas veces los términos se desgastan y pierden sentido. Pierden potencia de enunciación. Estamos acostumbrados a que los términos y las palabras se desgasten, que no tengan valor, con lo que eso implica en una sociedad como la actual: donde ya todo da igual.  

A veces pienso cuál es mi nosotros, en que nosotros me veo reflejado, nosotros los argentinos, nosotros los jujeños (aunque yo no sea nacido y criado, pero por adopción), nosotros cuando pienso en mi familia, nosotros cuando pienso en mis colegas de trabajo que en estos tiempos estamos siendo atacados por el gobierno y algunos medios de comunicación. 

A veces pienso que hay personas que utilizan los términos y las palabras como un canto de sirena para llevarnos a la perdición, nos quieren hacer creer que somos parte y en realidad todo lo que expresan es simplemente una falacia, que ni esas personas se creen o que su ego solo los pone a ellos en primer lugar y nosotros no existe. 

Quizá como Ulises, debemos atarnos al mástil de nuestra nave y escuchar, pero no acudir al canto de esas sirenas.

A modo de cierre, se cuela esto del recordado Eduardo Galeano:

“Nosotros 
tenemos la alegría de nuestras
alegrías. 
Y también tenemos 
la alegría de nuestros dolores,
porque no nos interesa la vida
indolora, 
que la civilización del consumo
vende en los supermercados.
Y estamos orgullosos
del precio de tanto dolor,
que por tanto amor pagamos”.