“Soy Maquinista Motorista y en la Armada hago lo que nunca me hubiera imaginado, aprendí mucho y mi meta es siempre aprender más y mejorar”, enfatiza el joven marino de Jujuy.

Antes de navegar en el “Sarandí”, su primer buque de embarco en el 2021, el Cabo Monzón estuvo destinado en el Destacamento Naval de Río Grande en Tierra del Fuego. “Antes del agua, conocí muy bien el frío y el viento”, se ríe. “El viaje al sur fue largo, y no sabía lo que me esperaba, pero estuvo muy bueno conocer primero destinos en tierra”, asegura.

Hoy se encuentra en el Departamento Máquinas (División Alfa) del destructor, que “se encarga de la habitabilidad y confort de la unidad, es decir, que funcione la electricidad para las luces, las bombas de agua dulce y salada para duchas y baños, la cámara frigorífica, compresores y aletas de estabilidad del buque”, orienta como ejemplos.

“A bordo, estoy en el subcargo Combustible y este año tengo la función de ser auxiliar de maniobra. Cuando el buque realiza alguna maniobra marinera y cada uno toma su puesto, guardia o rol de trabajo; yo me quedo a cargo de los equipos y de la consola de control, donde doy parte y registro de novedades”, explica.

Monzón cuenta que el año pasado quedó preseleccionado para ir de comisión a la Antártida, pero finalmente no se dio: “Así que espero poder ir algún día, invernar en el continente blanco es un sueño a cumplir y me encantaría tener esa experiencia”, expresa.

“La Armada Argentina y servir a la Patria significa para mí ser una persona de bien, ayudar en lo que uno pueda al prójimo; cuidar, querer y defender lo nuestro”, destaca el marino de Ledesma con orgullo y convicción.

A pesar de la distancia, Emmanuel se mantiene en contacto con su familia, habla mucho con su mamá y se cuentan todo: “Es difícil la lejanía, pero el desarraigo no me impide seguir en carrera, me gusta mucho. Ahora vivo en Punta Alta (ciudad cercana a la Base Naval Puerto Belgrano donde tiene apostadero el DESI) hace 3 años ya”.

En licencias cortas, cuenta que visita a dos de sus hermanas que viven en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y si tiene más días, no duda en ir en auto, colectivo o avión hasta Jujuy, unos 2 mil kilómetros de distancia desde Punta Alta, al sur de la provincia de Buenos Aires. También sus afectos vienen a visitarlo a donde él se encuentre y el servicio lo demande.