La "Celeste" terminó con el invicto en el arco defendido por Emiliano "Dibu" Martínez y, si bien Argentina sigue en la cima, ya no ostenta puntaje perfecto y recibió un golpe de una realidad que ya se asemejaba a una utopía. Porque existió un rival a la altura de la Selección de Lionel Scaloni que no solo pudo ganarle, también consiguió arrebatarle el dominio del juego como hacía tiempo no sucedía.

Bielsa, fiel a su estilo, aseguró que no cree "que haya sido un partido definido por aspectos tácticos", pero no se puede tapar el sol con un dedo. Uruguay hizo todo lo que tenía que hacer para adueñarse de la mitad de la cancha y eso fue lo que descolocó por completo al seleccionado albiceleste, que tiene en ese sector una de sus principales armas.

Uruguay llevó el ritmo del cotejo hasta las nubes, con una presión tan intensa como constante. Como marca su historia, no escatimó esfuerzos a la hora de meter y se encargó de "ensuciar" el choque con encontronazos que cumplieron el objetivo de hacer enojar al capitán Lionel Messi, quien se descargó minutos después de la derrota apenas le pusieron un micrófono adelante.

El equipo de Bielsa hizo absolutamente todo bien y el técnico acertó en cada decisión. Su Uruguay le ganó a lo "guapo" a un adversario que siempre mostró un gran carácter, pero también lo superó en el juego a partir del minuto cinco de la etapa inicial -porque el comienzo del partido insinuó un trámite completamente diferente al que finalmente se vio-.

Algún día iba a pasar. El campeón del mundo tropezó, como sucedió en el debut en Qatar. Y el rival hizo todos los méritos para hacerlo tropezar, aunque Scaloni barajó y dio de nuevo más de una vez... No alcanzó en una noche para el olvido que dejará muchos aprendizajes.

"Ahora es momento de levantarse. Nosotros, más allá de la racha que teníamos, somos conscientes de que esto es fútbol y se puede perder. Estamos tristes, pero algún día se pierde. Estábamos acostumbrados a otro cosa, pero hay que cambiar página y corregir pensando en lo que viene", expresó el DT. Y así es porque, como también dijo Scaloni, ser campeón del mundo no hace imbatible a su seleccionado, aunque los últimos rendimientos rozaron tanto la perfección que parecían indicar lo contrario.

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