La sesión transcurrió en un clima de alta tensión dentro y fuera del Congreso, que se encontraba vallado y con un fuerte operativo de seguridad. En los pasillos, el aire se impregnaba con el olor a gas pimienta mientras los diputados de La Libertad Avanza celebraban la aprobación de un endeudamiento cuyos montos, plazos y condiciones siguen siendo una incógnita.

Escándalos y disputas internas

La votación no solo estuvo atravesada por el debate sobre el FMI, sino también por una serie de incidentes que expusieron fisuras dentro del oficialismo. Audios filtrados de Martín Menem, en los que arengaba a su bloque a responder con insultos y sin diplomacia, anticiparon la jornada escandalosa.

Uno de los episodios más tensos lo protagonizó la diputada libertaria Marcela Pagano, quien, megáfono en mano, acusó a Menem de "fascista" por quitarle la palabra durante su intervención. La disputa entre ambos se originó por la remoción de Pagano de la presidencia de la comisión de Juicio Político, una decisión atribuida a Karina Milei. Lilia Lemoine, otra legisladora de LLA, ironizó sobre el reclamo de su compañera, avivando la interna libertaria.

Otro de los momentos más insólitos de la sesión lo protagonizó el diputado Lisandro Almirón, quien intentó hacer un mea culpa por haber levantado a la fuerza a su colega Oscar Zago en una sesión anterior para evitar que diera quórum. Entre gritos, insultos y escenas de alto voltaje, la sesión se convirtió en un reflejo del estado de la política argentina.

El rol clave de los gobernadores

El oficialismo consiguió el respaldo de los mandatarios provinciales para garantizar la aprobación del DNU. Gobernadores como Martín Llaryora (Córdoba), Gustavo Sáenz (Salta), Hugo Passalacqua (Misiones) y los radicales Gustavo Valdés, Leandro Zdero, Carlos Sadir, y Alfredo Cornejo fueron fundamentales en la suma de votos. En contraposición, el peronismo y el FIT rechazaron en bloque la medida, mientras que un sector del radicalismo se dividió, con figuras como Facundo Manes y Nicolás Massot manifestando su desacuerdo con el mecanismo del DNU.

Desde el Gobierno, la aprobación del decreto fue celebrada como un "logro histórico". En un comunicado, la Oficina de la Presidencia aseguró que el acuerdo permitirá reducir la deuda pública, aunque se negó a reconocerlo como un nuevo endeudamiento. Sin embargo, la oposición no tardó en cuestionar esta narrativa. "El acuerdo no se puede hacer de espaldas a la sociedad, por decreto y sin discusión en el Parlamento", advirtió Manes, quien votó en contra.

Las posiciones en el recinto

El debate dejó en evidencia tres posturas bien marcadas. Por un lado, el oficialismo y sus aliados defendieron la medida como una acción de "responsabilidad fiscal". "Estamos cerrando un nuevo acuerdo sin crisis en Argentina, con equilibrio fiscal y en mejores condiciones para negociar", argumentó Gabriel Boronoroni, jefe del bloque libertario. Desde el PRO, Cristian Ritondo justificó la aprobación recordando que "Néstor Kirchner publicó 237 DNU".

La segunda postura fue la de aquellos que, aunque críticos del método, optaron por respaldar la medida. "No es la herramienta ideal, pero es responsabilidad nuestra ratificar el DNU porque el préstamo lo tomó el Gobierno que apoyamos", sostuvo Juan Manuel López, de la Coalición Cívica.

Finalmente, la oposición más dura, encabezada por Unión por la Patria y el FIT, rechazó tanto el fondo como la forma del acuerdo. Máximo Kirchner advirtió que un futuro gobierno peronista podría no reconocer la deuda contraída. "Este acuerdo no va a funcionar. Ustedes tienen una responsabilidad única hasta el 10 de diciembre de 2027. El próximo gobierno podrá plantear su ilegitimidad", sentenció.

La votación y el festejo oficialista

Cuando el tablero electrónico mostró los 129 votos a favor, el bloque de La Libertad Avanza estalló en aplausos, abrazándose con sus aliados del PRO. Mientras tanto, en las calles, manifestantes opositores se enfrentaban con las fuerzas de seguridad, marcando un nuevo capítulo de la polarización política que atraviesa al país.

El nuevo acuerdo con el FMI ya es un hecho, pero la falta de información sobre los términos del préstamo y el clima de caos en el Congreso dejan un manto de incertidumbre sobre el futuro económico y político de Argentina.