Entre lágrimas el mandatario se despidió después de estar cuatro años al frente del gobierno brasileño como principal opositor de Da Silva: "El mundo no termina el 1 de enero, no hay un todo o nada, hay que tener inteligencia y mostrar que somos diferentes a ellos, que respetamos la ley y la Constitución".

A su vez el ultraderechista expresó la alegría que le dio haber estado en el mandato: "Di mi sangre y mi vida por Brasil, si de algo sirvió mi gobierno es haber atrasado cuatro años la llegada nuevamente de la izquierda. No se termina Brasil el 1 de enero. Tenemos una masa de personas que entienden mejor de política".

En todo momento Bolsonaro resaltó la importancia de que continúen las protestas pero manifestó la necesidad de que sean sin violencia, recordando que hace unos días ciudades de Brasil son protagonistas de diversos escenario donde se le exige al Ejército brasileño un golpe de Estado para evitar la asunción de Lula.

Se informó que por un viaje que hará el actual mandatario a Estados Unidos no participará del traspaso presidencial. Por este motivo se espera que la ceremonia de nombramiento no sea la tradicional y haya cambios en la asunción.

Este viaje, en el cual participarán diversos funcionarios de gobierno, estaría relacionado a que Bolsonaro sigue sin reconocer su derrota en las elecciones y el balotaje el pasado 30 de octubre con una diferencia del 50,9% a 49,1%.

Durante el discurso insistió: "Fui víctima de una injusticia electoral que no fue parcial". Asimismo, resaltó que, en su opinión, el resultado favoreció al líder progresista con diversas decisiones.

Por último, dio un balance sobre su mandato donde reconoció que hubo problemas, sobre todo en la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania, pero que ninguna se relaciona a los que vendrán en el futuro: "El nuevo Gobierno que viene ahí va a crear muchos problemas".