El Vaticano eligió a dos mujeres, de nacionalidad rusa y ucraniana, respectivamente, para que carguen la cruz a través de las distintas estaciones que recuerdan el camino que realizó Jesús antes de ser crucificado, según sostiene la religión católica.

La Santa Sede depositó en Dios la "reconciliación de las familias que fueron separadas" y que sufren en este momento en el que "mujeres, niños, hermanos y hermanas" tuvieron que escapar de su nación para protegerse de la guerra.

En la oración final, Francisco imploró a Dios: "Convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz; haz que los adversarios se den la mano, para que gusten del perdón recíproco; desarma la mano alzada del hermano contra el hermano, para que donde haya odio florezca la concordia".

En el Año de la Familia "Amoris Laetitia" las meditaciones fueron confiadas por el Santo Padre a familias que han vivido experiencias distintas, estas narran escenas de la vida cotidiana, con sus dificultades, alegrías, esperanzas.

Teniendo en cuenta la dolorosa situación en Ucrania, las reflexiones también cuentan las dificultades de los inmigrantes en los países de acogida.

En la meditación de las XIII Estación del Vía Crucis se realizó una pausa de silencio orante por la paz en el mundo: "Ante la muerte, el silencio es más elocuente que las palabras. Hagamos, pues, una pausa en el silencio orante y recemos cada en nuestro corazón por la paz en el mundo".