El domingo anterior no escribí, no quería seguir narrando el oprobio y la angustia que vivimos en este presente quienes estamos al borde de quedarnos sin trabajo, quienes no sabemos cómo vamos a pagar las facturas de luz y gas en los próximos meses, quienes ya se quedaron sin trabajo, y la desazón solo inunda los días.

Entonces decido escribir sobre una película que -debo confesar- di vueltas hasta encontrar el momento de verla. Y me dispongo a verla y me sorprendo. Porque me interpela.

Es una película que narra la travesía de su director a través del río Bermejo, siguiendo las cartas de navegación de Natalio Roldán, un explorador, empresario comercial y naval, que dedicó su vida a lograr la navegabilidad del Bermejo. Quería comunicar el litoral con el noroeste argentino.

En el film, su director es el protagonista exclusivo, su reflexión sobre el vínculo con la naturaleza, con el río, con la soledad son muy profundas y necesarias. Las preguntas existenciales que plantea la narración de la película nos llevan a pensar nuestra cotidianeidad.}

La historia aborda la otredad de quienes son entrevistados, miembros de la comunidad wichi que en un marco de respeto y escucha, el director busca responder las preguntas que el río le hace.

El desafío de navegar contracorriente 1300 kilómetros en un kayak es una aventura en si mismo. Pero el desafío de plasmar en imágenes, en sonidos y en palabras lo que sucede a un hombre o mujer en la inmensidad de la naturaleza y en la soledad absoluta son de una belleza que conmueve. 

Dice la voz en off del film: “En la esencia de la travesía esta la respuesta no hay mas que dejarse atravesar por lo que se presente para poder fluir”.

Y ese es el desafío que se propone el director Renán Aparicio en su documental “El Ciar del Río”, se propone seguir los pasos de Roldán, sus pasos, ésos que el presente le impone.

A la mitad del camino de nuestra vida me encontré en una selva oscura”, dice Dante en la Divina Comedia. Renán se encuentra a los 40 años en el medio del agua, del río Bermejo, y nos invita a pensarnos en qué parte de nuestro río estamos, y hacia dónde navegamos.