En total, en los aglomerados relevados por el INDEC, hay 11,5 millones de personas en situación de pobreza, de los cuales 2,4 millones son indigentes, de acuerdo con la estadística oficial.

Los datos se conocen en medio de un escenario marcado por la sequía, los salarios en baja y una inflación que no da tregua, por la que se presume que la tendencia seguirá en sentido ascendente.

La pobreza en la primera mitad del 2022 había alcanzado al 36,5% de la población. La indigencia había sido del 8,8%, apenas mayor.
   
En lo que va de la gestión de Alberto Fernández, el registro más alto había sido el del segundo semestre del 2020, con 42%, cuando la pandemia hizo saltar el índice a los registros más altos desde el 2003.
   
En la previa se supo que la canasta básica total (CBT), que establece el umbral de la pobreza, aumentó 8,3 % en febrero de este año, por lo que una familia tipo, de cuatro integrantes (dos adultos y dos chicos) necesitó $177.063 para no ser considerada pobre.
   
En tanto, la canasta básica alimentaria (CBA), que define la línea de indigencia, marcó también un incremento del 11,7 %, por lo que ese hogar requirió de $80.483 para cubrir sus necesidades básicas para subsistir.
   
Durante 2022, se produjo un achique de la clase media (del 49,9% al 47,2%) por el incremento de los sectores vulnerables y medio-frágiles. Ese achique es mayor en relación a fines de 2015, cuando la clase media representaba el 51,9 %.

Con excepción del año 2020, por la pandemia y cuarentena, el dato de indigencia es el más alto de la serie que arranca en 2015, superando la anterior marca del 6,6% de finales de 2018.
   
A fines de 2016, los indigentes sumaban 154.000 personas: representa un incremento de 83.000 indigentes en apenas 6 años. Y la clase media se redujo de 1.592.000 a 1.453.000 personas: una caída de 139.000 personas.
   
En tanto, en un año aumentó del 33% al 33,8% (233.500) los niños, niñas y adolescentes (0-17 años) que residen en hogares en condición de pobreza.