Según cifras publicadas por el Instituto Nacional del Cáncer de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), en Argentina se diagnostican anualmente cerca de 5 mil casos de cáncer de riñón, lo que lo ubica como el quinto tumor más frecuente en nuestro país, detrás de los cánceres de mama, colon, próstata y pulmón.

Además, según el informe de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación correspondiente al año 2021, fallecen por año en Argentina por esta causa cerca de 2 mil personas.

Si bien el cáncer renal suele no presentar síntomas en sus estadios iniciales, los especialistas recomiendan estar atentos a signos como:

  • la presencia de sangre en la orina,
  • dolor persistente en la zona lumbar,
  • fiebre sin causa aparente,
  • pérdida de peso,
  • fatiga, anemia,
  • la autopalpación de algún bulto
  • y también la aparición de hipertensión en personas que no eran hipertensas.

Por supuesto, ante cualquiera de estos síntomas, se recomienda consultar con el médico de cabecera.

Claudia Miranda, presidenta de VICARE, insiste en la importancia de los controles anuales con el médico de cabecera, mucho más aún si se tiene algún familiar que haya presentado cáncer renal. "Desde hace 3 años, momento en el que nació nuestra asociación, venimos pregonando para propiciar controles de rutina y evitar aquellas condiciones que pueden predisponer el desarrollo de esta enfermedad", afirmó.

Factores de riesgo y tratamiento

Entre los factores de riesgo para desarrollar cáncer de riñón, se destacan el tabaquismo, la obesidad y la hipertensión arterial, mientras que también hay otros factores no modificables, como pertenecer al sexo masculino, tener más de 60 años, antecedentes familiares de esta enfermedad, ser afrodescendiente o estar en sesiones de diálisis.

En cuanto al tratamiento, este dependerá de varias circunstancias, como el estadio del tumor, su localización y el estado de salud del paciente. La cirugía suele ser la primera opción y representa el tratamiento curativo más importante. No obstante, también hay medicamentos de última generación para los estadios más avanzados de la enfermedad, entre los que se encuentran terapias dirigidas (generalmente de administración oral), inmunoterapia (intravenosa) o la combinación de ambas. La llegada y disponibilidad de estas alternativas terapéuticas se ha incrementado en los últimos años y contribuye a brindar a los pacientes una importante sobrevida y una buena calidad de vida.