Esta excepcional -e inquietante- coincidencia entre los núcleos duros que responden a los dirigentes más influyentes de la política doméstica en la actualidad, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, obedece sin embargo a motivos diferentes.

Si bien ambos líderes miran de reojo al unísono el detalle fino del memorando de entendimiento, en el caso del cristinismo, el acuerdo les genera incomodidad porque en ese espacio consideran que, al propiciarse un ajuste en el corto plazo, podrían dinamitar las pretensiones del Frente de Todos (FdT) para las elecciones presidenciales de 2023.

Por su parte, en JxC, los "halcones" del PRO que responden a Macri entienden que la letra chica del pacto supone una "bomba de tiempo" para el próximo Gobierno. En ese grupo, justamente, se encuentra el diputado Luciano Laspina, economista y vicepresidente primero de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara baja.

En los últimos días, Laspina manifestó su enérgico rechazo al acuerdo, al remarcar que si bien "sirve para evitar un default" de la Argentina, "siembra las semillas de una crisis futura", al tiempo que destacó que en el texto de la iniciativa se prevé un aumento -nominal- de tarifas del "85% en promedio" (85,9% más precisamente, según consignó en redes sociales).

En este marco, se esperan jornadas de intenso debate y tensión en el Parlamento, en especial después de lo ocurrido días atrás durante la apertura de las sesiones ordinarias, cuando presidente Alberto Fernández, con Cristina sentada a su lado, habló de la multimillonaria deuda tomada por la gestión de Macri ($45.000.000 millones de dólares) y legisladores del PRO, disgustados con el jefe de Estado, abandonaron el recinto.

Esta actitud generó incluso dentro de JxC roces que distintos referentes de otras fuerzas políticas que conviven con el PRO en ese espacio no se preocuparon por disimular en los últimos días, al considerar públicamente que de ese modo quienes se marcharon de la cámara de Diputados durante el discurso de Fernández ofrecieron al Gobierno una cortina de humo para camuflar la ausencia de Máximo Kirchner y desviar la atención.

Paralelamente, el diputado nacional Carlos Heller, tras largos días de tensiones en el seno de la coalición de Gobierno entre albertistas y kirchneristas con motivo del pacto con el Fondo, anticipó en las últimas horas que votará en favor del acuerdo en la cámara de Diputados, aunque lo hará con "la nariz tapada", como otros dirigentes del FdT.

De todas maneras, continúa siendo una incógnita hoy por hoy cómo procederán los referentes del núcleo duro cristinista en Diputados y sobre todo en el Senado, recinto comandado por la vicepresidenta de la Nación, cuando llegue el momento de aprobar o rechazar la iniciativa oficial.

Se espera, además, que el oficialismo necesite el respaldo de la oposición, en especial de JxC, para obtener los votos requeridos para que el proyecto se convierta en ley.

La semana, en términos políticos, concluyó sin embargo con dos integrantes del Gobierno robustecidos y reconfortados después de que el staff del Fondo confirmara que había rubricado un acuerdo con la Argentina: el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce.

Guzmán, que venía siendo criticado por sectores del kirchnerismo, infló el pecho y salió el cruce de los cuestionamientos tanto externos como internos, es decir, el "fuego amigo" recibido últimamente: "Ahora algunos dicen, ´Yo quiero el financiamiento, pero no me hagas votar las políticas´. No existe. A ver si se entiende", enfatizó.

"El financiamiento está asociado a un acuerdo de políticas económicas y financieras. Es una sola cosa", insistió Guzmán, con palabras que parecieron estar teledirigidas hacia el seno de la agrupación ultra-K La Cámpora, liderada por Máximo Kirchner.

"A nadie de nuestra fuerza política le gusta que el FMI esté en la Argentina, pero ya estaba cuando este Gobierno asumió y hay una realidad, que es la deuda", manifestó Guzmán, en momentos en los que el dólar blue se desinfló de manera considerable, lo que también sirvió para fortalecer la figura de Pesce.

Finalmente, y por otra parte, el Gobierno se permitió, de manera saludable, rever su tibia respuesta inicial frente al conflicto bélico en Ucrania y tildó de "invasión" a la ofensiva militar de Rusia sobre su vecino país, aunque aún la Casa Rosada se abstiene de sumarse a los países que aplicaron sanciones económicas sobre Moscú.