Tras perder las finales de 2017 y 2018 (ambas ante el sueco Stefan Olsson), el de Río Tercero se pudo desquitar en esta edición de All England, transformándose en el primer argentino que se consagra como singlista en la Catedral del tenis.
"Ganar Wimbledon es una absoluta locura. Aquellas finales estuvieron siempre en mi cabeza, sería de necio negarlas, pero sirvieron porque con la experiencia se aprende", expresó Fernández, quien volvió a ocupar por tercera vez el primer puesto del ranking mundial sobre sillas de ruedas, en poder de Kunieda hasta el momento.
"Ahora no entiendo muy bien lo que pasa, espero poder disfrutarlo cuando pase la adrenalina. Significa mucho y es difícil expresarlo con palabras", agregó el jugador de 25 años, quien ya había logrado festejar hace unos meses en el Abierto de Australia (ante Olsson) y Roland Garros (sobre el escocés Gordon Reid). Este fue el quinto Grand Slam que obtiene Fernández, campeón en París en 2016 y, un año más tarde, en Melbourne.
Al partido decisivo en el césped londinense, Fernández llegaba con un historial desfavorable de siete victorias y 22 derrotas frente a Kunieda, al que sin embargo le había ganado este año por 6-3 y 6-2 en la final del Masters 1000 de París, sobre superficie dura.

Lo que viene
El próximo objetivo del Lobito será la conquista del Abierto de Estados Unidos en septiembre para ingresar en la historia como ganador del Grand Slam. "No sé si voy a ganar 20 Grand Slams más, o uno, o ninguno de aquí en más. Por eso me enfocaré en seguir mejorando, en exprimirme al máximo para ser cada vez mejor", opinó Fernández, de cara a lo que se viene. "Si pienso sólo en hacer historia es fácil perderse, pero si confío en mí van a llegar muchas más cosas, y o importante es no perder el foco", sentenció.