Cristina de Kirchner hizo un movimiento sutil pero simbólico: cambió su ubicación reservada en la segunda fila de la Sala AMIA de los tribunales federales de Comodoro Py para sentarse en la última hilera de sillas, en el juicio oral por presunto direccionamiento de la obra pública en Santa Cruz. El resultado fue que ofreció una foto capitalizable para su núcleo duro, no ya con los otros acusados por detrás de ella, sino con Abuelas y Madres de Plaza de Mayo ubicadas por detrás del blindex, en la primera fila del espacio reservado para los 67 invitados. Como adelantó Ámbito Financiero, la audiencia inicial culminó a las tres horas de iniciada y siguiendo el tedioso procedimiento de rigor de la lectura del requerimiento de elevación a juicio. El único hito estuvo signado por el cruce entre el abogado de Julio De Vido, Maximiliano Rusconi y el presidente del Tribunal Oral Federal N°2, Jorge Gorini.

Advertido de la intención de las defensas de plantear un aluvión de nulidades, bloqueó al defensor cuanto intentó resaltar de que no podrían adentrarse en el debate hasta tanto finalicen las pericias, eje de los cuestionamientos sobre la existencia o no de prueba “dura” que sustente la hipótesis de sobreprecios en la obra pública de Santa Cruz. Se elevó la voz en el cruce y los letrados indicaron que tuvieron suspendido el audio de sus micrófonos para que se evite la interrupción de la lectura de los cargos por asociación ilícita ligada a la defraudación en perjuicio del Estado por el direccionamiento de licitaciones a favor de Lázaro Báez.

Puntual, Cristina llegó a Comodoro Py donde un nutrido grupo de dirigentes de su espacio la aguardaban junto a un puñado de militantes que se apostaron en las afueras del edificio de los tribunales de Retiro. Ingresó por una puerta lateral con acceso directo al subsuelo de la sala de audiencias más grande del –paradójicamente- exedificio de la Dirección Nacional de Vialidad, convertido en los 90 en tribunales federales. Distendida, luego de haber publicado por redes sociales que este juicio representaba parte de la “persecución política” a la que se ve sometida, aprovechó los espacios de la lectura por parte de la secretaría del TOF para mirar su teléfono celular y mandar mensajes. Habrá que esperar alrededor de un mes para que se cumpla con el rito de la lectura de la acusación por defraudación contra la administración pública y asociación ilícita y se habilite la instancia de indagatorias. El abogado Carlos Beraldi anticipó que la expresidenta está dispuesta a subir al estrado y declarar en pleno juicio apenas tenga oportunidad. Su estrategia de defensa, además de señalar los faltantes en materia probatoria del expediente, apuntará a señalar la distancia existente entre las irregularidades detectadas en obras viales en el sur y su rol autorizando en el envío de leyes de Presupuesto. Cristina pondrá por delante a los jefes de Gabinete (citados como testigos) y a las distintas dependencias oficiales que actuaron en decisiones inmediatas, intermedias y superiores y que avalaron las licitaciones que obtuvo Báez.


Apenas culminen las lecturas los abogados se avalanzarán en el pedido de nulidades pero de manera coordinada. Todo podría colaborar a un paulatino empantanamiento del desarrollo del debate. Eso será más adelante. Apenas se llegaron a leer casi 100 de las 584 carillas de las que consta la acusación de los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques. A las 15 se pactó un “cuarto intermedio” que se reanudará el lunes a las 9. No hubo saludos efusivos ni cruces relevantes entre los imputados y la expresidenta. Apenas un gesto hacia Abel Fatala, el exsubsecretario de Vivienda a quien tenía sentado cerca. Ni contactos con Julio De Vido, Lázaro Báez o Carlos Kirchner, tres de los imputados que se encuentran detenidos. Detrás de las querellas de la Oficina Anticorrupción y de la Unidad de Información Financiera, y en una ubicación elegida por el TOF para evitar cruces, estuvo el “arrepentido” José López, el secretario de Obras Públicas. Cristina fue la última en ocupar su asiento cuando el resto de los acusados ya estaban apoltronados y fue primera en salir del recinto una vez que se dio por concluida la audiencia inicial del juicio “Vialidad”.

En la lectura se repitió que la hipótesis es sobre una “asociación ilícita de carácter estable” que se desarrolló durante 12 años y que gira en cuatro ejes: haber “insertado” a Báez a través de empresas de construcción en el negocio de la obra pública; elegir la provincia de Santa Cruz para destinar mayor porcentaje presupuestario para generar licitaciones para lograr una “matriz de corrupción”; importaron la estructura de Vialidad de Santa Cruz a nivel nacional para poder perfeccionar la maniobra; y conformar un “sistema de beneficios exclusivos y permanentes” a favor de Báez que entre otras cosas incluían un canal preferencial de pago para que el empresario pudiese cobrar en tiempo y forma los adelantos de obra.

Fuente: Ámbito.com