Mauricio Macri está irascible. Quienes frecuentan al Presidente lo notan con un nivel inédito de fastidio y de baja tolerancia ante la falta de resultados. La furia presidencial desbordó en la reunión de la mesa chica en Casa Rosada donde la nueva pirámide de poder que encabeza Marcos Peña, ahora con la tutela de Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, analizó junto a Rogelio Frigerio un borrador de nuevos cambios en el Gabinete que podrían ser anunciados antes del jueves.

Tras la salida de Juan José Aranguren de Energía y de Francisco Cabrera de Producción, el Poder Ejecutivo activará ahora una fusión de carteras para reducir el elenco de 23 ministerios que acompañaron al jefe de Estado desde 2015. Las carteras de Cultura, Ambiente y Agroindustria están en la mira para convertirse en secretarías. Una eventual suba a las retenciones volvieron a colarse al tope de la agenda. El Gobierno nacional busca coparticipar del sacudón económico-financiero a un sector concentrado de la economía. Pero luego de la aprobación del proyecto de aborto en Diputados, el riesgo de intervenir en otros sector político aliado como el campo, donde anida la base electoral del macrismo en el interior del país, retrasa los tiempos.

El hermético encuentro de la mesa chica en Casa Rosada fue el escenario donde se reflejó la furia de Macri. No estuvo presente Emilio Monzó. El encargado de transmitir el enojo del Presidente fue su jefe de Gabinete. Peña actuó como brazo de hierro del primer mandatario y se ocupó de escarmentar a su propio staff de ministros. El desplazamiento de Aranguren y Cabrera, que sucedió al despido de Federico Sturzenegger del Banco Central, es un reflejo del cambio de ambiente en el Ejecutivo. Ante la falta de resultados frente a la crisis económica-financiera, el Presidente admitió los errores de gestión y emitió un ultimátum para los ministros que fue comunicado a través de Peña en Casa Rosada.

El jefe de Estado aceptó empoderar a Nicolás Dujovne como centro de gravedad del equipo económico. Pero antes aplicó castigos ejemplificadores y limpió tanto a Aranguren como a Cabrera del Gabinete. "Mauricio se convenció de que es necesario un Gabinete económico más compacto y con una jefatura indiscutida", explicó ayer a Ámbito Financiero un funcionario con despachos a metros del Presidente.

Pero el staff político también sufrió alteraciones. Primero, el Presidente dinamitó a Mario Quintana y a Gustavo Lopetegui como coordinadores y longa manu de Peña en la supervisión de los ministerios. El nuevo armado político de mesa chica tiene a Larreta-Vidal, una unidad política inescindible, como asesores de Peña no sólo en la administración del poder sino también en el diseño de la gobernabilidad. Las bilaterales del jefe de Gobierno porteño y la de gobernadores, primero con Sergio Massa y después con Miguel Pichetto, reflejan la nueva doctrina de Casa Rosada en relación al peronismo. Se agotó la filosofía "exterminadora" del peronismo que impulsaban Peña y Jaime Durán Barba para reemplazarla por un esquema de cohabitación y negociación de medidas a través de un "Acuerdo para el Desarrollo".

Esa batería de anuncios que el Ejecutivo elabora en paralelo a la agenda de "ajuste" para bajar el déficit fiscal incluye actualización de montos de créditos hipotecarios, baja de impuestos a las pymes, fomento de economías regionales y también una modificación del esquema de retenciones al campo. Más ahora con el nuevo escenario cambiario que disparó una suba de ganancias de más del 40% para el sector agroexportador.

El Presidente metió mano en el Gabinete ante la falta de resultados. Más allá de la gestión, en Casa Rosada perciben que si no cambia la tendencia de la economía será difícil instalar una eventual reelección de Macri el próximo año. Después del Mundial, en tres semanas, la campaña presidencial comenzará a instalarse en la agenda. El vacío de candidatos en el peronismo es el único consuelo en Cambiemos. Los 14 gobernadores del PJ que pasaron por la Rosada ratificaron uno a uno su voluntad de desdoblar las elecciones en sus provincias para blindar sus territorios ante la falta de un candidato presidencial que les arrastre votos a favor. El cordobés Juan Schiaretti trazó un diagnóstico del 2019 en una charla informal con aliados: "Sin un candidato a gobernador de Buenos Aires competitivo no tiene sentido pensar en 2019. Massa sólo quiere ser Presidente. Nos falta un Cafiero que encabece la renovación. Y Vidal no es Armendáriz".

Fuente: Ámbito.com